En los años 60 se consideraba que el dolor de la articulación temporomandibular (ATM) y el bruxismo (el rechinamiento de los dientes, a menudo nocturno e inconsciente), se producían por interferencias anormales entre los dientes. Para solucionar estos problemas, se generalizó el uso de las férulas, para el tratamiento de los trastornos temporomandibulares, proteger los dientes, el periodonto y tratar el bruxismo.
En los años 80 numerosos autores empezaron a cuestionar estos principios; diversos estudios científicos no lograron correlacionar las características de la oclusión con el dolor de la articulación temporomandibular. Por ello, en 1988, la Asociación Dental Americana declaró que la oclusión por sí misma no juega un efecto primordial como causa de la disfunción de esta articulación.
Actualmente, los estudios científicos consideran, de forma abrumadora, que la maloclusión no es un factor desencadenante de los problemas de la ATM, aunque puede ser un factor predisponente o perpetuante.
Hoy día existe mucha controversia sobre las causas del dolor de la ATM, aunque los autores coinciden en que su origen es multifactorial.
De entre los muchos factores desencadenantes, la actividad muscular anómala podría ser crucial. Se ha demostrado que una tensión muscular mantenida no sólo produce dolor muscular, sino que también da lugar a cambios en los circuitos neuronales que perpetúan el dolor y ensombrecen su pronóstico (dolor neuropático)
Por ello, el tratamiento de este tipo de patología debe ser multidisciplinar, ya que los resultados sólo con la férula son insuficientes en el 80% de los pacientes. Es necesario engranar un tratamiento multidisciplinario, diseñando una secuencia terapéutica que necesita ser conocida en profundidad, y que esté basada en una buena historia clínica que analice cada paciente y conozca cuál es el tipo de dolor dominante (muscular, articular, neuropático…). Sólo así se podrá aplicar una estrategia personalizada y adecuada para cada caso.
El tratamiento básico en nuestro centro integra los siguientes elementos terapéuticos:
- Férula, para intentar conseguir una estabilización de la relación entre ambos maxilares.
- Fisioterapia, para mejorar la función muscular.
- Bloqueos nerviosos periféricos, para tratar el componente nociceptivo, neuropático y funcional.
- Medicación, tanto de acción periférica como de acción central (antiinflamatorios, miorrelajantes, antiepilépticos…).
Estos tratamientos deben ser realizados por profesionales expertos. También hay que tener en cuenta que esta patología puede coexistir con otras patologías en el mismo paciente, y que con frecuencia se puede tratar de enfermos polimedicados, que necesitan un manejo médico especializado.